lunes, 9 de febrero de 2009

Monstruos de Papel: Frankenstein


Empiezo una nueva sección de este blog dedicado a la literatura de Terror comentando la figura de un ser monstruoso al que le tengo cierto cariño. Una criatura incomprendida, desgraciada, a la que sólo el cine y el miedo a lo diferente convirtieron en un personaje de Terror. Me refiero al Monstruo de Frankenstein.

Para empezar, ni siquiera nació con nombre. Vió la luz por primera vez en 1818 gracias a la pluma y a la sorprendente imaginación de Mary Shelley, aquella fría tarde en casa de Lord Byron en la que esta mujer, esposa de un famoso poeta y escritora aficionada, regaló al mundo la que es considerada la primera novela de ciencia ficción de la historia y uno de los más hermosos cuentos de terror gótico: Frankenstein o el moderno Prometeo.

La Criatura, como digo, nació sin nombre, producto de la vanidad y del hambre de gloria del joven doctor Victor Frankenstein, quien lo "construyó" a partir de retales de tipos muertos y se afanó en darle la vida gracias a sus ingenios eléctricos.




¡Vive! ¡Vive!
Para colmo, el maldito doctor se asusta al ver el horror que ha creado y huye de su laboratorio, y claro, para cuando se arrepiente y regresa, su Criatura se ha dado el piro. A partir de entonces habrá un ser abominable, de tamaño gigantesco y cerebro en modo reinicio, vagando de un lado a otro sin entender quién es ni para qué existe, ni por qué aquel que lo ha creado reniega de él.
Sentirá el rechazo, el de su propio "padre" y el de los demás, se convertirá en un ser marginado y temido, y así despiertan en él el odio y la ira más profundos hacia su creador. Del tremendo empute decide marcharse a Ginebra, el hogar de Frankenstein, y pedirle explicaciones, pero en lugar de eso lo que hace es cargarse al hermano pequeño del doctor. Hombre, igual se pasa un poco, pero hay que ponerse en su lugar...

Cuando Victor Frankenstein lo descubre, sale en su busca y se encuentran más allá de la conchinchina, en la cumbre del Mont Blanc. La Criatura le explica que anda bastante jodido, por lo de crearle tan feo y que nadie le quiera, y le pide, por su madre, para que deje de estar tan cabreado, que a cambio de marcharse y desparecer del todo le regale una compañera.

Vamos, lo que hubiera pedido cualquiera. El doctor se pone al lío, el problema es que sólo a él se le ocurre arrepentirse antes de hacer la entrega. Aquí es donde la Criatura se convierte en Monstruo de Frankenstein, porque se rebota de mala manera y le da matarile a la prometida del doctor. Entonces éste decide vengarse y acabar con el monstruo de una vez por todas. Le persigue por medio mundo hasta que todo termina como el rosario de la Aurora. De la Aurora Boreal, porque la palman los dos en el Polo Norte.




Ésta es, a grandes rasgos, la historia original del Monstruo de Frankenstein, una criatura que la mayoría conocemos por las películas de cine pero que muy pocos han leído la novela. Una novela, El Moderno Prometeo, que no lo pinta como un personaje malvado por naturaleza, sino un ser convertido al odio por el rechazo al que le somete su creador, su gente, su pueblo. Es un retrato del peligro de los prejuicios, del terrible dolor que se puede causar a alguien sólo por no esforzarse en conocerle, en escucharle.


Tal vez un gesto contra la xenofobia, no sé, o un palo al poderoso que se cree capaz de realizar cualquier atrocidad sin esperar las consecuencias, en especial sobre los demás. Lo que está claro es que Frankenstein es un precioso cuento sobre la relación del hombre con la Naturaleza que sólo el cine y la imaginación han convertido en un personaje inolvidable y fundamental en el imaginario del Terror.

O no de tanto Terror....




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